ETAPAS EN EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA - RESUMEN

 

RESUMEN

 ETAPAS EN EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

UN ENFOQUE DESDE LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

Admor. Alberto J. Merlano A. [1]

Agosto 2016

 

La Psicología Transpersonal[2] estudia el desarrollo de la conciencia humana; es decir, la forma en que experimentamos la propia identidad y las conductas que de allí se derivan. El autor ha dedicado parte de los últimos años a la investigación de este tema, pues considera que tiene gran relación con las prácticas administrativas, explicando entre otras cosas, por qué no le es fácil a una persona usar mucho de lo que se le enseña en las Facultades de Administración, para ser un gerente de éxito. En este artículo se presenta una síntesis de algunas de las conclusiones sobre los estados de conciencia, basándose principalmente en los trabajos de Ken Wilber, considerado en la actualidad, como uno de los más lúcidos investigadores de este tema. Este trabajo es útil para todos aquellos administradores que quieran entender los fundamentos de esta área del conocimiento y aplicar sus recomendaciones a las tareas gerenciales y a su propio desarrollo como persona.

 

Una teoría de desarrollo humano debe buscar dar contestación a la difícil pregunta de cuál es el potencial de HOMBRE. La respuesta final está aún lejos de ser encontrada, pero una aproximación a las etapas del desarrollo humano basada en la evolución del propio sentido de identidad puede ayudarnos en su obtención. Estas etapas corresponden, parcialmente, a experiencias que todos los humanos hemos vivido, cuidadosamente estudiadas entre los autores contemporáneos más conocidos, por Jean Piaget y Lawrence Kohlberg. 

En la actualidad Ken Wilber, un intelectual norteamericano profundamente preocupado por el conocimiento integral del ser humano, convertido a nivel mundial en uno de los principales teórico-prácticos  de la conciencia, ha contribuido en alto grado al entendimiento de los llamados estados alterados de conciencia que en su visión, coincidente con la del Budismo y otras perspectivas espirituales de oriente, corresponden a fases normales de la evolución de la conciencia humana a la que todos los hombres en algún momento de nuestro desarrollo llegaremos. Wilber une a su claridad mental, la característica de haber puesto en práctica en su propia vida lo que enseña en sus textos y de haber logrado, a juicio de muchos, una excelente síntesis entre la psicología occidental y la psicología oriental, según él válidas ambas pero dedicadas a estudiar diferentes niveles de la conciencia humana. De todo lo anterior ha dejado testimonio en algunos de los libros de su abundante obra. 

Convoco a los lectores de este trabajo de síntesis del artículo original del mismo título, si desean validar con su propia experiencia lo que en algunas partes de este trabajo se plantea, a abrir la mente a todo que en él les parezca extraño y en particular a emprender la práctica sistemática de la llamada meditación de vacío o contemplativa, cuya modalidad más común en el medio colombiano son las escuelas de Meditación Trascendental, Meditación Vipassana y Mindfulness.

 

POSTULADOS PARA INTERPRETAR LAS ETAPAS DE DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

 

1.          La conciencia humana evoluciona. Las 5 fases del desarrollo de la conciencia que se detallan más adelante, se pueden ver como ubicadas en un continuo que comienza con la subconsciencia, pasa por la autoconsciencia y termina con la supra conciencia. 

2.          La sociedad tiene un grado de conciencia determinado por el nivel promedio de conciencia de sus integrantes. El centro de gravedad cultural actúa sobre cada uno de los miembros de la sociedad tratando de subir a los que están por debajo de él y bajar los que están por encima. Es necesario vencer la atracción que impide el ascenso. En todo caso, arriba o abajo del promedio se será un “extraño” para los ubicados en el promedio cultural. 

3.          Los modelos evolutivos no son excluyentes. Los niveles superiores trascienden e incluyen a sus predecesores. Los niveles de conciencia se pueden representar como una espiral concéntrica. 

4.          En cada estadio se tiene una visión distinta sobre uno mismo y su relación con el entorno y se produce una sensación diferente de identidad, de necesidades del yo y un distinto pensamiento y conducta moral. A través de la nueva percepción de la realidad se reinterpretan todos los acontecimientos existenciales rescribiendo la historia desde la perspectiva nueva y superior; se tiende, entonces, a creer que se trata de la visión que se ha tenido siempre, lo cual no es cierto.   

5.          Los procesos de avance se dan en la siguiente secuencia: 

·         Identificación o fusión con una determinada fase. (Uno se halla atrapado en todo aquello que no ha trascendido y en ese sentido fusión es cautiverio - Wilber). 

·         Diferenciación, trascendencia o desidentificación con la misma. 

·         Inclusión o inmersión en una nueva fase, integrando a la misma las etapas anteriores. 

A medida que se va subiendo de nivel el sujeto de una etapa -lo que creo que soy; ejemplo, un cuerpo, un miembro de un grupo, una personalidad, etcétera- se convierte en objeto de la siguiente etapa.; ejemplo: tengo un cuerpo, pertenezca a un grupo, tengo una personalidad, etcétera. 

6.          Si algo funciona mal en cualquiera de los estadios del proceso de desarrollo evolutivo, ciertos aspectos del YO pueden verse dañados o rechazados. Entre más bajo el escalón en donde se originó la patología más grave el daño, pues se tiende a continuar con la visión del mundo en el que tuvo lugar el trauma. Algunos aspectos de la personalidad pueden en consecuencia no evolucionar, quedar atrapados. 

7.          Ninguna persona se encuentra ubicada en un solo estadio. Es posible, por ejemplo, que se esté en un cincuenta por ciento en la fase principal, un veinticinco por cierto en la fase inferior y un veinticinco por ciento en la superior. La representación gráfica más pertinente a esta realidad sería la de un coctel. El centro de gravedad de la persona tiende a ubicarse en el estado de conciencia en el que pasa mayor tiempo. 

8.          Pueden existir regresiones y saltos temporales hacia delante. La rapidez por la que se pasa por cada etapa cambia de persona a persona, pero no es posible saltarse etapas. Una cosa es vislumbrar una fase superior y otra, completamente diferente, establecerse en ella. No hay cambios que aparezcan de la noche a la mañana. Es posible, por lo tanto, acelerar el proceso evolutivo, pero no hay modo alguno de eludirlo. 

9.          Se puede tener una experiencia espiritual llamada “cumbre” de unidad con el todo, en cualquiera de los estadios del propio desarrollo; sin embargo,  el yo debe todavía crecer y desarrollarse lo suficiente como para poder asentarse permanentemente en esa dimensión superior más profunda Esto implica distinguir entre experiencias cumbre, experiencias mesetas y adaptación permanente. El desarrollo implica la conversión de estados temporales en estados permanentes. 

10.       A lo largo de todo el proceso de desarrollo se puede advertir una continua disminución del egocentrismo. A menor evolución mayor narcisismo. 

11.       Las etapas del desarrollo de conciencia coinciden con otras variables del desarrollo como personalidad y niveles de inteligencia. Se puede por ejemplo ser un neurótico iluminado[3], o un iluminado ignorante. La correlación más estrecha se da con los niveles de conciencia moral cuando estos se perciben como consecuencia más del amor que de la justicia, sin que ello suponga menoscabo de un sólido razonamiento moral.

12.       El proceso de evolución humana parece no tener fin. La conciencia puede seguir evolucionando en la medida que otras variables distintas a una mayor claridad sobre la propia identidad se van dando. En el enfoque de Ken Wilber esto se relaciona con el avance no solo en la auto autoconsciencia sino con la evolución de la sociedad.  

Teniendo claro lo anterior iniciemos el recorrido por las diversas etapas de la conciencia humana. 

 

ETAPA 1

IDENTIFICACIÓN CON EL CUERPO 

 

Nivel básico instintivo con predominio de las emociones. Se vive y se lucha para subsistir dentro de la ley de la selección natural.

Se trata de un nivel de supervivencia básica, en donde resultan prioritarios el alimento, el agua, el calor, el sexo y la seguridad, en donde la supervivencia depende de los hábitos y los instintos. La perpetuación de la vida requiere de la agrupación en grupos de supervivencia que proveen protección contra las amenazas externas.

En esta etapa se ve el mundo como una extensión de sí mismo. Lo que la persona siente es lo que el mundo siente, lo que él ve es lo que el mundo ve. Uno es el cuerpo y sus emociones, lo que siente. Es un estado egocéntrico y narcisista.

El individuo se identifica con el cuerpo y sus emociones, lo que siente. Estado egocéntrico y narcisista. Bueno es lo que a mí me conviene, malo lo contrario. 

Menos del 1% de la población mundial está ubicado en este nivel de conciencia, pero agrupados tienen un alto poder desestabilizador. 

 

ETAPA 2

IDENTIFICACIÓN CON EL PENSAMIENTO GRUPAL 

 

Esta etapa corresponde a la identidad etnocéntrica y dentro de ella a la identidad sociocéntrica. La primera relacionada con los factores culturales propios de la “etnia”. La segunda asociada a grupos sociales dentro de la misma etnia. 

Este nivel incluye el sentido de pertenencia con el propio grupo, la nación, la cultura. “Mi país con razón o sin ella”. La identidad la define el grupo al que se pertenece y el rol social que se desempeña en él; por ejemplo: soy latinoamericano, soy judío, soy blanco, estudio en tal o cual colegio, vivo en tal o cual barrios, soy miembro de tal o cual club, etc. o en la vida adulta: soy un padre, una madre, una esposa; soy administrador, psicólogo, abogado, pertenezco a tal o cual estrato socio económico, etc. 

Hay en esta etapa capacidad para aprender y acatar reglas mentales complejas y asumir roles y lo que es crucial, ponerse en el lugar de los demás. 

Hasta la fase anterior la percepción del mundo es egocéntrica, a partir de esta etapa hay una expansión de la conciencia que deriva hacia la consideración y el respeto hacia el grupo; no va sin embargo más allá de él. 

El sujeto comienza a darse cuenta que su visión no es la única que existe en el mundo, que no es solo un cuerpo sujeto a impulsos y deseos sino también un yo social que convive con otros yo sociales y que debe adaptarse a los roles socio culturales. Se vuelve cada vez más consciente de la opinión de otros; sin embargo, el pensamiento está limitado a cosas concretas en lugar de ideas. 

En esta fase uno es un miembro de grupo. Una frase Jorge Eliécer Gaitán, líder político colombiano asesinado en 1948, sintetiza el sentido de identidad en esta fase: No soy un hombre, soy un pueblo. 

El individuo entiende ya que una de las funciones de las normas y leyes sociales es proteger a la sociedad en su conjunto, salvaguardar el bien de todos.  Por eso, es típico de esta fase la preocupación por respetar la ley adoptando una perspectiva de miembro de la sociedad, más allá de los individuos concretos y de los intereses particulares.  Para el individuo ubicado en esta etapa ir contra la ley significa poner en peligro el orden social.  

Hay también una intensa preocupación por obtener el respeto de las otras personas y, por tanto, por vivir de acuerdo con lo que los demás esperan de uno.  Estas expectativas de los otros se identifican con las del “buen ciudadano”. La perspectiva convencional obliga a los individuos a cumplir sus “contratos” con la sociedad, esto es, todos los que derivan de su papel de ciudadano, de profesional, de esposo, de padre, etcétera. 

Se considera en esta fase que los hermanos son los que pertenecen a la propia “etnia” y dentro de ella se experimenta mayor afinidad con los que se ubican dentro del mismo grupo social. Las batallas se originan en problemas de territorio, razas, culturas, grupos sociales, etcétera.[4] 

El yo ha superado su identificación con el cuerpo y sus emociones, pero ahora deriva su identidad de las reglas que su comunidad respeta y los roles que desempeña. 

Aproximadamente el 15% de la población del mundo está ubicado en este estadio. 

 

ETAPA 3

IDENTIFICACIÓN CON EL PROPIO PENSAMIENTO[5] 

 

La fase anterior permite operar sobre el mundo concreto, ésta permite hacerlo sobre el pensamiento. Ya no se trata, por lo tanto, de pensar sobre las cosas del mundo, sino sobre el pensamiento mismo, posibilitando una verdadera introspección.[6] El hecho de poder pensar sobre el pensamiento permite juzgar las normas. Se quiere saber qué es lo correcto, pero no solo para la familia, el propio pueblo, la propia etnia, sino para todo el mundo. 

La persona se desidentifica de la cultura grupal y de los grupos de pertenencia social. En esta fase son elementos que se tienen y que hacen al individuo, pero que no lo definen totalmente. Se tiene cultura y grupo de pertenencias, pero no se es ellos, YO soy lo que yo pienso y siento. Lo que nos determina son nuestros propios sentí-pensamientos. 

Se podría definir la identidad en esta fase diciendo que en ella se es los contenidos de la mente, los propios senti-pensamientos. Se comienza a pensar por uno mismo y se definen como “hermanos”, a aquellos que piensan y sienten más o menos como uno mismo senti-piensa. En esta etapa no se mata sólo por territorio o por diferencias étnicas, sino fundamentalmente por razones ideológicas. 

En esta fase uno se define como un individuo con su particular manera de pensar y de sentir. La racionalidad que irrumpe con fuerza sugiere como lema de esta etapa: Piensa por ti mismo. Es la época del predominio de la mente, de búsqueda de soporte racional a las normas grupales. Empieza a emerger una perspectiva global, que pertenece a lo colectivo del género humano, trascendiendo lo sociocéntrico. Empieza a emerger una visión mundicéntrica, apartándose de la visión limitada de la propia etnia o de los roles sociales desempeñados en la sociedad. 

En este nivel el individuo puede aceptar o no aceptar el orden social establecido.  Ello depende de que la normatividad social no viole principios morales que según él están por encima de ella.  Por lo tanto, reconoce la necesidad de asumir responsablemente las reglas o normas que se derivan del contrato social siempre que éstas salvaguarden principios de justicia y otros derechos básicos de las personas como la vida, la libertad, la dignidad, etcétera.  En otras palabras, para el individuo ubicado en esta etapa justicia y legalidad son aspectos de la realidad social que se pueden y se deben diferenciar y, en todo caso, ha de ser la justicia la que enmarque la legalidad, nunca a la inversa. 

En esta etapa aparece la necesidad de desarrollar principios universales que guíen la conciencia moral. Empiezan a debilitarse las tradiciones religiosas basadas en el dogma y en una moral basada en la revelación interpretada por autoridades confesionales y surge la necesidad de una ética de mínimos basada en la ciencia y en la razón que recoja unos mínimos morales aplicables a personas de cualquier creencia religiosa. 

La mayor parte de las culturas actuales y aproximadamente el 70% de la población están ubicadas en este nivel de conciencia.

 

ETAPA 4

IDENTIFICACIÓN CON EL “YO” [7]

 

Es el estadio más elevado reconocido por los investigadores occidentales más conocidos. El “yo observador”, el testigo, ha estado presente en cualquiera de los estados anteriores de desarrollo, pero va haciéndose cada vez más evidente a medida que avanza la propia evolución en conciencia. Se llega así a una conciencia globalizadora e integradora en la que la persona no se identifica con sus pensamientos y sus emociones sino con el “YO” que los hace posible. La mente y el cuerpo, en consecuencia, se convierten en experiencias de un YO integrado en el que éste se percibe como centro de conciencia capaz de pensar y sentir y realizar actos volitivos que trascienden la programación instintiva y cultural. 

Es una fase en que al hacernos conscientes de los sentí-pensamientos comenzamos a desidentificarnos de ellos y experimentarlos como algo distinto al YO, pudiendo trascenderlos e integrarlos. Es esta la razón por la que Wilber llama a esta etapa la del centauro, integración de cuerpo con auto-conciencia. 

El YO se ve a sí mismo como el “programador” y a los contenidos de la mente como la “programación”, disponiendo de una multiplicidad de puntos de vista entre lo que escoger por no estar particularmente identificado con ninguno. Se define como alguien que tiene sentí-pensamientos, trascendiendo la identificación con ellos, emergiendo como un YO observador. Es por ello que puede atestiguarlos y expresar la identidad personal diciendo “YO soy YO”, un centro de conciencia. 

En las visiones judeo cristianas e islámicas esta etapa implica la identificación con el “alma” capaz de auto-conciencia, de sentí-pensamientos y de voluntad. Desaparecen las diferencias ideológicas y todo ser consciente de sí mismo es considerado por quien se ubica en esta etapa como un Hijo de Dios… un hermano, y todo territorio, su patria. 

Se extiende la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su cobertura no sólo a los derechos políticos, sino también a los sociales surgidos de la igualdad y se buscan acuerdos transnacionales, basados en la fraternidad universal, para resolver problemas colectivos, como la protección del medio ambiente, la paz, la eliminación de la pobreza, etcétera, todo como consecuencia de la evolución de la conciencia. 

Surge el concepto de HUMANIDAD como algo con sentido, cuestión que en las etapas anteriores es más retórico que vivencial. Igual la responsabilidad social empresarial desprovista de características exclusivamente utilitarista, más medio que fin en sí misma. 

La preocupación por la búsqueda de sentido es el rasgo central característico de esta etapa: ¿Quién soy yo y que hago aquí? es decir, la búsqueda de la propia identidad y el sentido de la vida. 

Este nivel es el que se presenta como de inmediato ascenso para la humanidad contemporánea, estando ubicado en él aproximadamente el 15% de la población mundial. 

 

ETAPA 5

IDENTIFICACIÓN CON TODO LO QUE ES 

 

A partir de esta fase se entra en los llamados reinos místicos que proporcionan una visión diferente del mundo, pasando gradualmente de la conciencia de separación a la conciencia de la unidad con todo lo que es. Se comienza a entrar en los dominios transpersonales evolucionando de la autoconsciencia a la supra conciencia. 

Abraham Maslow, uno de los psicólogos humanistas más conocidos en el campo de la administración, consideró un nivel superior a la motivación de autorrealización que denomino necesidad de fusión, correspondientes a esta etapa. Es debido a este aporte temprano de Maslow por el que se le considera como uno de los precursores de la actual Psicología Transpersonal.[8]

A los episodios ocasionales de conciencia cósmica Maslow los llamó experiencias “cumbres”, intensas pero breves. Son muchas las personas que pueden entrar con cierta facilidad en esta etapa, independientemente del nivel de conciencia en el que se encuentren, turisteos por las zonas místicas, pero vivir permanente en ellas, experiencias “mesetas”, es algo completamente diferente. 

En esta fase se da una identificación con el UNIVERSO. No hay separación entre sujeto y objeto; entre uno y el mundo natural que se halla fuera, sin que ello implique la pérdida de la propia identidad separada. La separación entre YO y los otros pierde significado. Se logra permanecer sereno en esta conciencia experimentando la unidad con todo lo que está fuera de uno porque es parte de uno. No es solo que uno forme parte de la naturaleza sino que la naturaleza forma parte de uno, que literalmente se halla en nuestro interior, no se es una fibra de la red sino la totalidad de la red, se es uno con todo lo que es, lo animado y lo inanimado, lo vegetal, lo animal, lo humano. 

La parte adquiere conciencia de la totalidad a la que está integrado sin dejar de ser parte. En las tradiciones cristianas sería el equivalente a identificarse con el cuerpo místico de Cristo, del que habla San Pablo. 

Se agudiza el sentimiento de fraternidad universal, del que ya se tenía experiencia en la fase YOICA, en la que se considera todo territorio como patria y todo ser humano como hermano. Igualmente, la sensación de que todo anda bien, ya que todos los seres del universo están en el proceso evolutivo que les corresponde, se relativizan así las concepciones relacionadas con el bien y el mal volviéndolos más adjetivos calificativos que sustantivos. 

La ética ecológica surge desde la conciencia de unidad con todo lo que es, no desde la conveniencia relacionada en las empresas con la imagen corporativa y las ventajas competitivas. 

Es en ese momento que adquiere sentido vivencial la suprema verdad de la unidad del YO con Todo lo que Es, expresada en la forma sagrada tan profunda de las concepciones espirituales de oriente que dice “Aquiétate... y sabe: Yo soy Dios.”  El ateo, a su vez, descubre que es apropiado definirse como ENERGÍA consciente de sí misma. 

Según lo explica Ken Wilber, describiendo su propia experiencia: No se contempla la montaña como parte de uno, se es la montaña. Uno sigue siendo uno y la montaña sigue siendo la montaña, pero uno y la montaña son dos facetas de la misma experiencia, la única realidad presente en ese momento. Uno no pisa la tierra, sino que es la tierra; uno no escucha la lluvia, sino que es la lluvia. No se tiene una experiencia, sino que uno se convierte en la experiencia nuestro yo más profundo se funde con todo lo que ocurre instante tras instante y se convierte en la resplandeciente totalidad del Universo. 

Esta etapa es la liberación última de todo; en ella simplemente SOY. 

Es posible que esta etapa admita estadios; por ejemplo: identidad con el mundo, vegetal y animal y posteriormente identidad con todos los seres humanos. Las visiones planetarias y cósmicas, son también algunas variantes de los estados de conciencia de esta etapa. La experiencia es la misma para todos los que la viven, pero la interpreta usando su metafísica básica, sus creencias fundamentales.

 

COMENTARIOS SOBRE LA CONCIENCIA CÓSMICA 

 

William James, el padre de los sicólogos norteamericanos, insistió una y otra vez en que, nuestra conciencia normal de vigilia no es más que un tipo especial de conciencia y que por fuera de ella hay un mundo de conciencia, vasto e inexplorado, pero intensamente real. 

El estado de conciencia mística corresponde a experiencias ampliamente reportadas en todas las religiones y en relatos de personas que han podido penetrar temporalmente en ellos, habiendo sufrido a raíz de su experiencia una transformación radical de sus vidas. 

El aspecto más fascinante de los estadios de conciencia mística o de iluminación, como también se le llama, es que el individuo llega a sentir, más allá de cualquier duda, que fundamentalmente es uno con el universo. Su sentimiento de identidad se expande mucho más allá de los estrechos confines de su mente y su cuerpo, hasta abarcar la totalidad del cosmos. El musulmán llama a esta forma de percepción “Identidad Suprema”, porque es una unión con el Todo. En general, nos referimos a ella valiéndonos de la expresión “conciencia de la unidad” o “conciencia cósmica”, una integración del yo con la totalidad del universo. Abundan las pruebas de que este tipo de experiencia o conocimiento es el núcleo de toda religión importante. 

En el budismo la búsqueda de este estado de conciencia corresponde a la esencia misma de su práctica espiritual. Sus diversas corrientes han sostenido desde sus inicios (563 a 480 a. c. aproximadamente) la posibilidad de acceder a estos estados de conciencia a través de la disciplina rigurosa de la llamada meditación de vacío o contemplativa, en la que mediante diversas técnicas de control del pensamiento es posible adquirir conciencia del YO y de la identidad de éste con lo que aparentemente es ajeno a él, fusionándose el interior y el exterior en una misma realidad perceptual sin perder la propia identidad. 

Hoy en día uno de los objetivos más preciados en la llamada Psicología Transpersonal es determinar lo que es la conciencia mística y como puede ser alcanzada. 

Se cometería un grave error si se llegara a la conclusión de que las experiencias de conciencia mística son alucinaciones, ya que en su manifestación nada hay de la angustia de las visiones sicótica porque se percibe con nitidez donde termina el cuerpo y comienza el entorno, por otra parte, paz, admiración, gozo, son los sentimientos que acompañan a esta fase, no la desesperación ni la angustia de estados psicóticos. 

Es claro que una sociedad en la que la mayor parte de sus integrantes hubiese alcanzado la conciencia cósmica sería notoriamente diferente a las sociedades contemporáneas.



[1] Este artículo es un resumen de un trabajo más extenso del autor, dirigido a estudiantes no familiarizados con la Psicología Transpersonal. El artículo original puede ser solicitado al autor al E. Mail albertomerlano2009@gmail.com                       

[2] Ver la nota de pie de página no.10 para una explicación de lo que es la Psicología Transpersonal.

[3] Adjetivo con el que se denomina a personas que se han ubicado en forma permanente en la última etapa conocida de conciencia: la cósmica. 

[4] Para saber en qué estado de evolución se encuentra una persona orienta mucho no solo la respuesta a la pregunta de ¿Quién soy?, sino también quién cree uno que son sus hermanos, a quiénes considera sus iguales, sus pares. 

[5] Denomino a esta fase Etapa EGOICA: el YO confundido con los contenidos de la mente. 

[6]  El grado en que se pueda hacer una buena introspección dependerá en particular de dos tipos de inteligencia de las que Howard Gardner habla en su teoría de las múltiples inteligencias. Ellas son la abstracto-numérica y la intra personal. La primera relacionada con la capacidad para pensar el pensamiento, la segunda vinculada a la capacidad de percibirse uno a sí mismo. 

[7] En mi nomenclatura la llamo Fase YOICA. 

[8] El término “transpersonal”, que fue escogido en 1969 por Abraham Maslow, es definido en forma muy precisa por él en sus libros y artículos (1964, 1968,1971). Empieza por un estudio de las motivaciones humanas que clasifica jerárquicamente en cinco niveles: fisiológico, de seguridad, de integración, de autoestima y de autorrealización. Es entonces cuando, después de un estudio de las experiencias místicas, descubre una sexta necesidad, la de ir más allá de uno mismo. Este nivel superior reagrupa todas las experiencias que sobrepasan la persona o EGO, hacia la trascendencia, que él le llama transpersonal. La persona experimenta la unidad con todo lo que es, ello le permite vivir el amor como algo inmanente al ser y pone al individuo al servicio de los demás. 

La psicología transpersonal, es un ir más allá de todos los métodos dedicados a la autorrealización, a la actualización de la persona, al refuerzo del yo, etc. Este nivel es el del descubrimiento de la propia identidad, la respuesta vivencial a la pregunta ¿Quién soy yo? En palabras de Maslow: Considero que la psicología humanista, tercera fuerza, es de transición, es una preparación para una cuarta psicología, aún más elevada, transpersonal, transhumana, centrada en el cosmos más que en las necesidades e intereses humanos, yendo más allá de lo humano, de la identidad, de la autorrealización y cosas semejantes (El hombre autorrealizado,1972). 

Para Maslow, la primera psicología fue la del conductismo, la segunda el psicoanálisis, la tercera la psicología humanista o el movimiento de potencial humano y la cuarta la transpersonal. (Basado en HISTORIA DEL MOVIMIENTO TRANSPERSONAL de Marc-Alain Descamps citado en el libro La Conciencia Transpersonal. Edición a cargo de Manuel Almendro, Biblioteca Nueva conciencia. Editorial Kairós. Barcelona, España. Marzo 1999).

 

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