EVOLUCIÓN EN CONSCIENCIA Y TRANSFORMACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES
EVOLUCIÓN DE LA CONSCIENCIA Y
TRANSFORMACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES.[1]
Admor. ALBERTO J. MERLANO A.
DICIEMBRE 2021
La definición de autoconsciencia que más uso en mis clases, es la siguiente: Se entiende por autoconsciencia la capacidad que tiene un ser vivo de saber que existe y poder pensar y actuar trascendiendo la programación de los instintos, lo que le permite administrarse a sí mismo y a su entorno haciendo uso de la libertad de elección que le concede su naturaleza.
Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, se entiende por autoconsciencia la consciencia de uno mismo. En mi opinión, esta definición es deficiente, pues no expresa adecuadamente lo que es la autoconsciencia, los animales, en grados diversos según la especie, son conscientes de sí mismo, pero no son conscientes de ser conscientes. Este enunciado plantea, además, la perturbadora pregunta que han hecho los filósofos a lo largo de los siglos, sin que, hasta ahora, haya sido respondida a satisfacción de todos: ¿Quién es ese que es consciente de sí mismo?
Usando la lógica nos damos cuenta de que si, como seres humanos, somos consciente de nosotros mismos, el que es consciente, ese que llamamos yo, no puede ser aquello de lo que es consciente: su cuerpo, sus grupos de pertenencia, sus creencias, etcétera. Entonces ¿quién es ese YO, que es quien yo soy?
Aunque parece
una definición sin sentido, circular, la que más me gusta es la que dice que la
autoconsciencia es la capacidad de ser
consciente de ser consciente.
En el planeta tierra sólo el ser humano parece ser autoconsciente. Es el único que puede decir yo y experimentar el significado de hacerlo. Tan solo él sabe que sabe. Es el único que puede tomar distancia de sí y observar su cuerpo, sus pensamientos, sus sentimientos y sus emociones y decidir qué hacer con ellos.
Como escribe Gustavo Estrada en su columna en El Tiempo, versión digital del 22 de septiembre del 2021:
(…) el
software (los programas de computador) y el hardware (los equipos), con los
espectaculares desarrollos de la inteligencia artificial en el tercer milenio,
podrían considerarse ‘entidades pensantes’ pero, como no se dan cuenta de
que están pensando, ni del
software ni del hardware puede decirse que tienen consciencia. (…) Si estos
equipos supieran que están calculando, comparando y sacando conclusiones,
podría especularse que son conscientes… pero estos portentos técnicos no tienen
noción alguna de lo que están haciendo… a pesar de sus impresionantes memorias
y velocidades. (…) La consciencia sigue siendo un misterio extraordinario,
todavía no comprendido por el mundo académico ni emulado por la tecnología.
La autoconsciencia, que la
ciencia no sabe todavía qué es y que no puede ser descrita en forma precisa mediante
palabras, es la que nos diferencia de los otras seres vivos que pueblan la
tierra, la nos hace humanos. Es ella la que nos proporciona la vivencia de la
existencia, la que nos
permite recordar el pasado, concentrarnos en el presente, prever el futuro y darnos cuenta que somos
mortales. Es la que nos faculta para crear y soñar con utopías –esas realidades probables que aún no
existen-, para imaginar un mañana distinto al presente en el que vivimos. Nos
hace posible comunicarnos mediante sofisticados sistemas lingüísticos, razonar
en forma abstracta, crear arte, ciencia-tecnología, filosofar y conocer nuestra
naturaleza mediante la introspección. Sin la autoconsciencia no podríamos
definirnos como animales racionales, que piensan, sienten y aman, y que son capaces
de dar la vida por nociones tan abstractas como la patria, el honor, la fe,
etcétera.
¿CÓMO SE PRODUCE EL AVANCE EN CONSCIENCIA?
Sabemos que la autoconsciencia evoluciona, que existen
NIVELES de autoconsciencia y, entre ellos, diversos grados.
El nivel de consciencia de una
persona se mide en términos de su preocupación activa –mostrada en actos- por los que considera sus semejantes.
Entre más experimente como pares a todo ser humano y a todo ser viviente y más
se sienta parte de la naturaleza, en lugar de ser ajeno a ella, más elevado
será su nivel de consciencia.
La forma más sencilla de saber en
qué nivel de consciencia estás, radica en determinar con qué o quién(es) se
identifica, ese centro de consciencia que eres tú.
Aunque la clasificación y la
definición de los niveles de consciencia dependen del autor -similares en el
fondo aunque distintos en la forma- en el mundo actual podemos detectar cinco
niveles de consciencia predominantes.
En el nivel corporal te
identificas con tu cuerpo. No sientes particular afinidad con otros seres
humanos, distinto a tu grupo familiar primario. Si te unes con otros lo haces
motivado por razones de supervivencia o de sexo. Se estima que aproximadamente
el 4% de la población mundial se encuentra en esta etapa.
En el nivel sociocéntrico te
identificas con tus grupos de referencia: etnia, familia, región, nación,
cultura, etcétera, entendida como creencias colectivas, territorio, posición
social… Tus hermanos son los que comparten contigo la vinculación a los grupos
a los que crees pertenecer. Aproximadamente el 10% de la población está en este
nivel.
En el estado egoico la persona
se identifica fundamentalmente con su personalidad, tú eres ella. Tus
sentipensamientos, tus valores y creencias, etcétera, te definen. Tus pares son lo que piensan y sienten, más o menos, como tú
lo haces. Cambiar tus sentipensamientos y todo lo que de ello se deriva:
creencias, valores, etcétera, amenaza tu
sentido de identidad, porque entonces ¿quién eres tú? Aproximadamente el 70% de
la población mundial se encuentra en esta etapa.
En la consciencia yoica o humanocéntrica te experimentas como un ser autoconsciente, es decir, consciente de ti mismo, y te defines como un centro de consciencia. Te das cuenta que no eres la voz que escuchas en tu cabeza, sino el que oye esa voz. Si eres agnóstico te concebirías como un centro de conciencia del universo y te identificarías con la energía que es, en esencia, lo que eres y no con la forma que ha adquirido esa energía: tu cuerpo y todo lo que él te posibilita hacer. Si eres religioso, por ejemplo, cristiano, judío, musulmán, hindú, etcétera, te verás como un ser espiritual dotado de un alma -una especie de cuerpo espiritual-, que te permite ser consciente de ser consciente, poder pensar –entendimiento- y disponer de libre albedrío -voluntad-.
En ambos casos, desde la perspectiva agnóstica o religiosa, la consciencia yoica o humanocéntrica, te permite vincularte en forma natural con la humanidad, sentipiensas que todos somos parte del universo o hijos de Dios; en síntesis, hermanos. Nada humano te es extraño porque compartes con la totalidad de la humanidad, aquello que nos hace hombres: la autoconsciencia.
Al no identificarte con la personalidad y su hijo, el pensamiento y los sentimientos, al mirarlos como algo que tienes, no como algo que eres, tu forma de pensar y/o de sentir puede cambiar sin que tu identidad se sienta amenazada, y por ello te abres en forma natural, racional y emocionalmente, a todos los seres humanos.
Puesto que una persona ubicada en este estado de consciencia percibe a sus semejantes como hermanos, el egoísmo individual cede y el servicio a los demás se convierte en un imperativo de conciencia.
Se estima que aproximadamente el 15% de la población mundial se encuentra en este nivel.
En el siguiente estadio, el de la
conciencia cósmica, ese centro de
consciencia que eres se extiende y se identifica con el universo entero. Sin perder tu consciencia de ente separado
experimentas la unidad con todo lo que es.
Desde una perspectiva agnóstica te
identificas con la energía de la que está hecho todo. Desde una perspectiva
religiosa, ves la manifestación de Dios
en todo lo que existe, reencantas a la naturaleza, percibiendo en todo lo que
es –incluido tú mismo- la manifestación del espíritu divino, Dios en acción.
Es posible tener episodios
temporales de consciencia cósmica, generalmente cortos, que se originan sin intervención
de la propia voluntad, a los que el psicólogo Abraham Maslow (1908-1970) llamó experiencia cumbre. Si emerge en ti, no
permitas que el miedo lo aborte, pues estarás a punto de vivir una experiencia
extraordinaria en la que sentirás la unidad tuya con todo lo que es, el amor
universal por todo lo creado -porque eres tú mismo expresándote a través de infinitas
formas- y la sanadora certeza de que todo está bien como está y, si crees en
Dios, que el mundo no se le ha salido de las manos.
Aunque muchos seres humanos,
independientemente del nivel de consciencia en el que estén, han experimentado
temporalmente la consciencia cósmica, muy pocos, menos del 1%, han logrado permanecer
en esta fase.
Los niveles superiores trascienden e incorporan los inferiores,
percibidos de modo distinto. Si en gracia a la simplicidad postulamos, como lo hemos hecho, que en el mundo
contemporáneo existen en la fase adulta cinco estados de consciencia, nuestra
identidad estaría distribuida entre los cinco.
Es muy poco probable que un ser humano esté ubicado en un solo
estado de consciencia, es posible, por ejemplo, que esté en un 60 % en la fase
principal, un 15% en la fase anterior y un 25% en la fase superior. Es como un coctel que
mezcla, en porcentajes variables, las características de los diversos estadios
de la consciencia humana. Lo que determina tu sabor, o identidad predominante, es la mezcla entre los diversos
estados de consciencia y la cantidad de cada uno -el tiempo que permaneces
ubicado en un determinado estadio-.
Considerar
los 5 niveles que hemos descrito en este artículo como pisos de un edificio
unidos por una escalera, de, por ejemplo, 10 tramos cada uno, puede serte de
utilidad para identificar en qué nivel de consciencia estás:
3.1…3,5…3.9…4.1…4.3… etcétera.
¿QUÉ ES UN
LÍDER CONSCIENTE?
Un
líder consciente es un ser humano ubicado la mayor parte del tiempo en
consciencia yoica o humanocéntrica, lo que, automáticamente,
le permite identificarse, es decir, sentirse uno, con todos los seres humanos,
a quienes percibe como hermanos, y estar racional y emocionalmente abierto a ellos.
Como consecuencia de lo anterior, se siente vinculado y al servicio de la humanidad, siendo esta característica
inherente a su ser, y no una posición estratégica destinadas a manipular a los
demás para ponerlos al servicio de sus propios fines.
APLICACIÓN
DE LA EVOLUCIÓN DE LA CONSCIENCIA A LA INTEGRACIÓN ENTRE LOS FINES PERSONALES Y
LOS ORGANIZACIONALES
En términos generales, es un
hecho que la integración entre los fines de los trabajadores y los de la
empresa, es posible y conveniente. Es una acción gana-gana porque favorece a
todas las partes interesadas; sin embargo, desde el nivel egoico de consciencia, se tiende a ver a la administración y a los sindicatos,
o en su defecto, al personal no directivo, como contradictores y no como socios
que persiguen un mismo objetivo.
Las relaciones basadas en un
paradigma X, como los llamó Douglas
McGregor, fundamentado en la desconfianza, que considera a los seres humanos
como intrínsecamente malos, contrario a un paradigma Y basado en la confianza y
en la creencia en la naturaleza intrínsecamente
buena de los seres humanos, están llenas
de confrontación y de juegos de poder. Mientras el paradigma X no evoluciones
hacia Y, y me temo que esto demanda un cambio en el nivel de consciencia de los
propietarios y de los ejecutivos empresariales del nivel egoico al yoico o humanocéntrico, las posibilidades de que
las empresas evolucionen más rápidamente de lo que lo hace la sociedad, son
pocas. No obstante lo anterior, se ha progresado y se continuará haciéndolo. Si
vemos hacia adelante es mucho lo que falta por recorrer, pero si miramos hacia
atrás es bastante lo que se ha avanzado.
Las personas que dirigen la
gestión humana en las organizaciones deben ser, en mi opinión, los adalides de
esta transformación. Para ello deben desarrollar un nivel de consciencia
superior al predominante en la sociedad, pasando del nivel 3 egoico al 4 yoico. Este es un trabajo individual.
El gran desafío que la
concepción de niveles de consciencia plantea a las organizaciones, es que el cambio no es sólo una estrategia de manejo
empresarial, en la que manipulamos cosas sin modificar propósitos y valores, sino
la consecuencia de una elevación del nivel de consciencia de quienes la
manejan, pues desde el nivel actual, el 3 en la mayoría de las organizaciones,
no es posible aplicar metodologías propias del nivel 4 y 5 de consciencia, que
están por encima del nivel promedio de consciencia de la mayor parte de los empresarios
y ejecutivos.
Sabemos que en el proceso
de evolución en conciencia, no podemos saltarnos etapas, pero si acelerar el
tránsito por cada una de ellas, seamos optimistas, entonces, y confiemos en que
la crisis global que afrontamos aligere la evolución colectiva en consciencia
de la humanidad, en particular la de las personas ubicadas posiciones de
liderazgo ubicadas en el sector empresarial.
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