LIDERAZGO CONSCIENTE
LIDERAZGO CONSCIENTE[1]
ALBERTO J. MERLANO A.
Independientemente de la ficción legal
llamada persona jurídica, las
empresas no tienen identidad y fines distintos a los de las personas que las
manejan: sus propietarios, sus administradores y en general, su personal. Cada
uno de sus integrantes puede ser comparado con un centro de poder con sus
propias motivaciones y mayor o menor influencia en los resultados colectivos,
que interrelacionando los unos con los otros, constituyen lo que llamamos empresa,
con su propósito, misión, valores, cultura, etc. La forma en que interactúan
entre sí y en particular el grado en el que estén sincronizados con un
propósito común, determinará la excelencia o falta de ella, en el logro de los
propósitos explícitos que determinaron su creación.
Constituye un lugar común en la
literatura administrativa sostener que una empresa eficaz y eficiente; es decir
que logra sus objetivos con el mínimo costo cuantitativo y cualitativo posible,
es aquella que puede integrar los fines de las personas que la forman, con los
propósitos de la misma.
Decirlo es una cosa…saber cómo hacerlo
para ponerlo en práctica, otra.
A pesar de la claridad conceptual que
rodea al tema de la integración hombre-empresa, y la práctica unanimidad al respecto
entre los teóricos y practicantes de la administración, pocas organizaciones en
el mundo han logrado el cometido de unir, a todos los niveles, sus fines con
los de su personal. El divorcio entre
administración y personal operativo es un tópico común, basado en la
desconexión entre lo que las empresas esperan de su gente y lo que ésta
realmente le entrega.
Hoy en día se abre camino un nuevo
intento de resolver la eterna pregunta de cómo lograr una administración en la
que todos los seres humanos que componen la empresa se integren en torno a
presumibles propósitos comunes, ofreciendo la organización lo mejor de sí a sus
integrantes y dando cada uno de ellos lo mejor de sí a la empresa.
El mundo empresarial se está
percatando de que el malestar al interior de las organizaciones es un síntoma
de que el diseño de estas [Políticas, procedimientos, normas, estructura,
cultura etc.] no está hecho a escala humana y que lo que se cosecha en forma de
desmotivación y de poca dedicación al logro de los fines de la empresa, es
consecuencia de unas concepciones y prácticas administrativa que van en
contravía con la naturaleza humana. La asombrosa conclusión, es que lo que se
manifiesta como conductas poco productivas del personal y se trata
rutinariamente con medidas conductistas, basadas en el control y la amenaza,
son comportamientos normales de un individuo mentalmente sano. La patología
está en la organización, no en los que forman parte de ella y la terapia, en
consecuencia, consiste en restablecer las condiciones que permitan aflorar lo
mejor de la naturaleza humana, para que los empleados, en forma espontánea y
sin necesidad de mayor presión, pongan su capacidad laboral al servicio de la
empresa. Es, por consiguiente, una acción de restablecimiento de la salud organizacional,
lo que aflora como el desafío central encaminado a crear empresas más humanas y
productivas.
Para lograr lo anterior se requieren
líderes organizacionales en contacto con su propia humanidad, abiertos racional
y emocionalmente al prójimo, de modo tal que su mirada hacia los demás esté
determinada por la que tienen de sí mismos, pues como lo establece la sabiduría
popular, nadie da a los demás aquello que no tiene.
¿Dónde están estos líderes? ¿Cómo se
forman? Y de máxima prioridad ¿Quién los forma? ¿Quién educa a los educadores?
Son abundantes los libros y los
seminarios de autoayuda que buscan facilitarnos el camino hacia el logro de la
plena autorrealización humana, pero ¿quién es el que se auto desarrolla? ¿Quién
es ese YO, ese centro de conciencia capaz de acción volitiva que nos permite
liderarnos a nosotros mismos y pasar de pasajero a capitán de nuestro propio
destino?
La ayuda para comenzar a resolver este
interrogante vino del lugar que menos la esperaban las ciencias del comportamiento:
de la llamada psicología transpersonal una
reciente rama de la psicología, que integra la psicología oriental con la
occidental, cuyo énfasis es el
estudio de la conciencia humana, entendida como la parte del individuo capaz
de decir YO, que se reconoce a sí misma como persona única e irrepetible y
experimentarse como un ser distinto a los demás e igualmente de decidir
trascendiendo la programación de los instintos.
La psicología transpersonal ha evidenciado que la conciencia humana
evoluciona desde una identificación con el cuerpo o identidad corporal,
a una conciencia en la que la persona se experimenta más como miembro del grupo
al que pertenece y el lugar que en él ocupa, que como persona independiente
capaz de administrar su propio ser. En
este nivel de consciencia la identidad personal y la étnica-social, como
se le llama, son una misma cosa. Este estado lo tipifica la frase
atribuida al político colombiano Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en 1948: Yo no soy un hombre, soy un pueblo.
El siguiente paso evolutivo, según la psicología transpersonal, en el que
parece estar la mayor parte de la humanidad contemporánea, es la identificación
de la conciencia con el EGO o personalidad. Emerge un individuo capaz de pensar
por sí mismo y tomar distancia de los grupos con los que antes se sintió
identificado. En esta etapa, llamada egoica, cada individuo se siente
separado de aquellos que no comparten con él su particular visión del mundo,
experimentando mucho temor de abrirse a la forma de pensar y de sentir de los
que percibe distintos a él, por temor a que tal apertura modifique sus propios
pensamientos y sentimientos, creándole una crisis de identidad.
Hasta este momento del proceso
evolutivo, el individuo no se experimenta como dueño de sí mismo, sino como
sujeto dependiente de sus estados de ánimo, pues no se diferencia de ellos. Uno
es, lo que sus senti-pensamientos le indicas que es y sus pares son aquellos
que piensan y sienten como uno lo hace.
La mayor parte de las organizaciones
modernas están dirigidas por personas en el estadio egoico.
Gradualmente va emergiendo un nuevo
nivel, en el que el individuo en su proceso de evolución, pasa a verse a sí
mismo como un ALMA o centro de consciencia,
que posee un cuerpo, pertenece a unos grupos con los que comparte una forma de
pensar y sentir común, pero tiene su propia forma de percibir el mundo,
trascendiendo e incluyendo en este nuevo nivel de autonomía conceptual y
emocional, los niveles anteriores, sin identificarse ni con su cuerpo, ni con
los paradigmas de los grupos a los que pertenece, ni con sus propios
senti-pensamiento; así, se tiene un EGO, pero no se es un EGO, lo que permite
observarlo como algo externo al propio YO y desde allí poderlo administrar.
A esta etapa en la que aparece un YO
capaz de observarse a sí mismo y direccionar su EGO, la psicología transpersonal la denomina mundicéntrica, pero
yo prefiero llamarla yoica. Se estima que aproximadamente el 15% de la
población se encuentra en este estadio.
La psicología transpersonal, ha evidenciado que en este nivel se
empieza a dar una auténtica apertura racional – emotiva a los demás seres
humanos. Esta emerge en forma natural en personas que, como las que están en la
fase yoica, se perciben a sí misma como un centro de conciencia del UNIVERSO, o en términos judeo - cristiano
como un ALMA, y, por consiguiente, perciben a los demás como hermanos, partes
de sí mismos. Igualmente, a no definir su identidad lo que senti-piensan, están
abiertos a modificar su modo de percibir el mundo sin al hacerlo sentir
amenazada su identidad individual.
En palabras de Carlos Francisco
Restrepo, Gerente de la empresa de
consultoría MAXIMIZAR ubicado, en mi opinión, en este nivel de consciencia:
“Desde
una perspectiva racional, apenas estoy empezando a comprender lo que encontré,
porque, más allá de los aprendizajes que he compartido a lo largo de mi vida,
me encontré a mí mismo. Y eso que encontré, eso que soy, aunque se me antoja
simple y casi obvio, me resulta sumamente difícil de expresar en palabras, pues
lo que se es, se es sin la palabra, de hecho, trasciende la palabra y quizás no
sea posible expresarlo correctamente mediante la palabra. Pero igual lo
intentaré: lo que soy tiene capacidad de admiración y se deja sorprender, se maravilla
con cosas pequeñas, disfruta la risa, encuentra placer en lo simple y
cotidiano, nunca se inclina por lo fácil y se satisface al dar. Es algo así
como una chispa de luz, un instante de pasión e inspiración, un punto de
creatividad, un impulso de compasión y amor, un toque de humor, una gota de
valor y optimismo, apenas un roce, un imperceptible impulso vital. Lo que soy
es intangible, inmaterial, pero tan real como la vida misma. Lo que soy, es y
está en el centro de mis pensamientos, pero no soy mis pensamientos, ni mis
emociones, ni mucho menos mi cuerpo, aunque los tres forman parte de mí. Mi
esencia es alma, espíritu consciente, o desde una perspectiva no religiosa, un
centro de conciencia. Lo que soy está en comunión con el mundo y forma parte de
la totalidad.”
Desidentificada estas personas de
razas, grupos de pertenencia con su respectiva cultura y de ideología que las
defina, pueden, sin dejar de tener identidad corporal, racial, cultural y sus
propios pensamientos y sentimientos, encontrar el vínculo común con otros seres
humanos, como hijos, todos, de DIOS o del UNIVERSO.
Desde la anterior perspectiva, todo
ser humano es su hermano y todo territorio su patria y la unidad con todos los
entes autoconscientes, se conoce en forma intuitiva dando pie a un abrazo
integrador que incluye en él a todos los aparentemente contrarios, porque lo
que percibe un individuo ubicado en conciencia yoica que une a todos los
que forman parte de la humanidad, es muy superior a lo que percibe los separa
de ella, ya que las diferencias pertenecen a lo periférico, a lo que no se es,
y el elemento unificador, la esencia o el espíritu; es decir, lo que somos es
el mismo en todos los seres humanos.
Desde diferentes apuestas ontológicas
podría decirse que estas personas entienden la unidad en Dios de todo lo
existente, siendo ellos parte de esa totalidad, o que todo ser humano es universo
consciente de sí mismo y por consiguiente todos somos UNO, viviendo
experiencias distintas en formas o cuerpos diferentes.
Personas con este nivel de evolución
son las que pueden dirigir en forma más efectiva y eficiente su propio proceso
de desarrollo asumiendo liderazgo sobre sí mismas; es decir, siendo consciente
de su EGO o personalidad y al estar desidentificado del mismo, capaces de
manejarlo.
A estas personas se le ha denominado
CONSCIENTES y a veces DESPIERTAS, porque finalmente han descubierto quiénes son
y han comenzado a manejar su vida y las circunstancias de esta, en lugar de
como barco a la deriva, ser guiado sin su consentimiento por las brisas y
corrientes de la vida. Igualmente a estos individuos les cabe el nombre, de líderes
conscientes, los únicos capaces de crear empresas a escala humana, que se
empiezan a llamar hoy día, empresas conscientes, dentro del marco de un
capitalismo también llamado consciente en oposición a salvaje.
En el terreno de las empresas con ánimo de lucro, el nombre para este tipo de organizaciones es el de negocios conscientes, empresas comerciales dirigidas por líderes conscientes que han llegado a comprender la unidad existente tras la multiplicidad de las formas del universo.
Como consecuencia las organizaciones dirigidas por este tipo de personas actúan dentro de los lineamientos de una ética humanista orientándose hacia el servicio a la comunidad a través de lo que hacen, mirando las utilidades como un medio para seguir sirviendo a la sociedad más que como un fin. De esta manera contribuyen deliberadamente al desarrollo de las personas y a la sostenibilidad planetaria transformando la responsabilidad social en algo que emana del SER del Gerente y es inherente a la naturaleza de la empresa por él dirigida y no sólo una estrategia comercial orientada a mejorar la imagen corporativa y con ello las utilidades del negocio.
Cada uno de los estadios de
consciencia presentados, diferencia e integra en un nuevo nivel los estados de
consciencia anteriores. Todo ser humano tiene consciencia corporal, grupal,
egoica y yoica, pero el estadio superior alcanzado integra en uno solo, sin
eliminarlos, a todos los anteriores, como una especie de coctel con licores de
diversos sabores mezclados en proporciones diferente.
Pero ¿Cómo se forma un líder
consciente?
Sólo hay un medio: el trabajo interior,
que permita descubrir quiénes realmente somos y actualizar todo el potencial
que de ello se deriva. Ayuda tener maestro externo, especie de asesor
espiritual, pero infortunadamente hay muy pocos, razón por la cual la tarea,
generalmente, ha de ser emprendida en solitario por cada aspirante a
evolucionar en forma consciente, encontrando en el proceso un amor y paz
interna que trasciende lo humanamente expresable, que se transmite a los demás,
sin necesidad de usar palabra alguna, contribuyendo a la evolución de todos
aquellos que se interrelacionan con estos seres.
El
objetivo del movimiento que propende por un capitalismo consciente es promover en
el mundo de los empresarios un interés por estimular el crecimiento de su
autoconsciencia, de tal manera que los conduzca a través de una apertura
racional - emotiva a todos los seres humanos, a un liderazgo de las empresas,
con énfasis en las comerciales, que las ponga conscientemente al servicio de la
evolución de la humanidad.
[1] Artículo inédito, 2017,
basado en la introducción escrita por el autor al libro de Carlos Francisco
Restrepo Palacio, De pasajero a piloto – Tomando el control de mi destino,
Intermedio Editores, 2017
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